Tras la presencia del presidente Vladimir Putin en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, Rusia comenzó este lunes 14 de julio la cuenta regresiva hacia el Mundial de 2018, un certamen con menos historia futbolística que Brasil, pero con la promesa de inversiones millonarias y mayor organización.
Rusia 2018 marcará el punto más alto de una década a puro deporte en el país, una apuesta política y personal de Putin que incluyó la organización de los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi a principios de año, el arribo por primera vez de la Fórmula 1 a partir de esta temporada y la Copa Confederaciones de 2017, entre otros eventos.
Los preparativos en Rusia ya comenzaron hace tiempo y varios miembros del comité organizador estuvieron como observadores en Brasil en las últimas cuatro semanas para tomar nota del desarrollo del torneo en Sudamérica.
Las demoras en la construcción de los estadios causaron varios dolores de cabeza a la FIFA y momentos de tensión con el gobierno brasileño, pero las autoridades rusas prometen que sus 12 escenarios estarán listos ya en 2017.
«En Rusia las condiciones serán diferentes», afirmó el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, quien tras el pitido final en el choque entre Alemania y Argentina seguramente haya respirado aliviado.
El Mundial de Rusia se disputará en 12 estadios repartidos en 11 ciudades: Moscú, San Petersburgo, Kazán, Sochi, Volgogrado, Saransk, Rostov, Samara, Ekaterimburgo, Kaliningrado y Nizhni Novgorod.
Sólo Moscú, la capital, tendrá dos escenarios en el certamen que se disputará entre el 8 de junio y el 8 de julio de 2018: el Estadio Olímpico Luzhniki, sede del partido inicial y la final, y el Spartak Arena, que será inaugurado ya en septiembre.
Cuatro de los estadios del torneo serán remodelados, mientras que otros ocho será construidos de cero.
Al igual que en Brasil, las enormes distancias serán un desafío en el país más grande del planeta, pero las autoridades rusas aseguran que los aficionados podrán utilizar en forma gratuita el sistema de trenes de alta velocidad.
El gobierno de Putin también garantizó que todos los periodistas e hinchas que lleguen con tickets y pasaporte no necesitarán un visado.
«Nunca hubo un caso así en la historia del fútbol», destacó Putin en una reciente entrevista con la agencia estatal rusa Itar-Tass.
Pese a las promesas, el Mundial de Rusia llegará con el lastre de lo que fue su polémica adjudicación junto a Qatar 2022. La sorpresiva decisión adoptada por la FIFA en diciembre de 2010 es aún hoy objeto de investigación por parte de la comisión de ética de la FIFA.
La esperada publicación del informe del jefe de la comisión investigadora, el ex fiscal estadounidense Michael Garcia, a quien no le fue permitido ingresar a Rusia para avanzar en su investigación, podría poner en cuestión la adjudicación de los Mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022, aunque nadie cree realmente posible que se pueda dar marcha atrás.
Las críticas sobre la situación de los derechos humanos en Rusia, incluyendo la denominada ley «anti-gay» que tanto revuelo causó en Sochi 2014, tampoco parecen ser un problema para las máximas autoridades de la FIFA, que disfrutan del lucrativo convenio con la empresa energética estatal rusa Gazprom.
El conflicto con la vecina Ucrania es otro de los motivos de preocupación que rodean al Mundial, aunque el ministro de Deportes, Vitaly Mutko, asegura que no afectará de ninguna manera al torneo.
«Son dos cosas diferentes y no veo ninguna relación entre ellas. No tendrá ninguna influencia en el Mundial», afirmó Mutko, pese a que la ciudad de Rostov, una de las 11 sedes, se encuentra a apenas 200 kilómetros de Donetsk, uno de los puntos de conflicto en Ucrania.
A nivel futbolístico el panorama tampoco luce alentador para Rusia, que bajo el mano del italiano Fabio Capello no pudo superar la fase de grupos de Brasil. No tener un campeón local tal vez sea una de las pocas similitudes con Brasil 2014.
Fuente: Agencia DPA