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El día después del descenso. Los jugadores de Deportivo Quito se juntaron en Carcelén después de consolidar su caída a la Serie B de nuestro fútbol. El grupo de cinco jugadores que fueron para Loja para encarar el partido de la debacle no fueron bien recibidos por el resto del primer plantel. Se nota la división, también un enfermizo ‘espíritu de cuerpo’.
“Si se enojan porque viaje a Loja, no me importa. Si no me saludan, no me importa. Yo me quedaré hasta el final. Para jugar en Loja nosotros nos pagamos el pasaje aéreo”, comentó Juan Diego Rojas, uno de los cinco forajidos que rompió la regla y que acompañó al equipo de la reserva.
Richard Calderón, otro de los que viajaron, declaró lo siguiente: “El profe Sevilla primero nos aceptó el viaje, luego nos pidió que no lo hagamos. No me arrepiento de haberlo hecho”.
Sin contar a Beder Valencia, que se encuentra con una fractura en el quinto metatarsiano. Sevilla no quiso inicialmente dejar entrenar a Calderón, Rojas, Bonnet y Proaño. Luego, por intervención de Saritama, pudieron moverse con el resto de los futbolistas del plantel.